Sedentarismo físico es la carencia en la vida
cotidiana de actividad moderada a intensa, como la que se realiza en el
deporte. Se presenta en sociedades industrializadas, donde todo está pensado
para evitar grandes esfuerzos físicos.
Si realizas menos de treinta minutos diarios
de ejercicio regular y menos de tres días por semana, eres una persona
sedentaria.
Las consecuencias, pueden ser muchas, pero las
más notables serían: propensión a la obesidad, debilitamiento óseo, cansancio
inmediato ante cualquier actividad que requiera esfuerzo físico, dolores de
espalda, propensión a desgarros musculares y problemas cardíacos derivados del
aumento del volumen de grasas en el organismo.
El sedentarismo debe prevenirse desde edad
temprana, en los niños, educándoles en la importancia de una correcta actividad
física. Una alimentación sana también está en la línea de la prevención del
sedentarismo.
Por lo general, las personas sedentarias no
reconocen su problema hasta que están en la consulta del médico con algún problema
que se hubiera podido prevenir con la práctica de un deporte regular. Es
necesario que la persona sedentaria anote en la agenda al menos una hora diaria
para realizar algún tipo de actividad física. Sin duda, la motivación y la
constancia serán imprescindibles para cambiar tan desaconsejable hábito.
Cambios en nuestras actitudes cotidianas resultarán muy aconsejables según los
casos particulares: usar menos el coche, subir las escaleras en lugar de coger
el ascensor, etc. Todas ellas maneras de combatir el sedentarismo.
Según la O.M.S. la actividad física regular:
Reduce el riesgo de muerte prematura.
Reduce el riesgo de muerte por enfermedad
cardiaca o accidente cerebrovascular.
Reduce hasta un 50% el riesgo de padecer
enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II o cáncer de colon.
Contribuye a prevenir la hipertensión
arterial.
Contribuye a prevenir la aparición de
osteoporosis.
Disminuye el riesgo de padecer dolores
lumbares y de espalda.
Contribuye al bienestar psicológico, reduce el
estrés, la ansiedad, la depresión y los sentimientos de soledad.
Ayuda a controlar el peso disminuyendo el
riesgo de obesidad.
Ayuda a desarrollar y mantener sanos los
huesos, músculos y articulaciones.
Si te reconoces como una persona sedentaria, no lo pienses más: es hora de cambiar algunos hábitos.
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